ИССЛЕДОВАНИЕ ЖАНРА АЙТЫС
Кульманова М. Н.,
КазУМОиМЯ имени Абылай хана,
Алматы, Казахстан
Ключевые слова:
традиция, традиция художественного искусства, им
про визационный,
драматический,
сатирический,
психолингвистический,
коммуникативный
Аннотация.
В статье рассматривается раннее появление жанра айтыс раньше,
чем в других в тюркоязычных странах. Раскрывается формирование традиции
айтыса в казахском словесном творчестве и наличие в нем общенародных свойств.
В статье анализируются работы, посвященные жанру айтыс, особо отмечаются
устоявшиеся традиции в изучении этого жанра в литературоведении. На основе
материалов, являющихся составной частью исследований жанра айтыс, изучены и
выялены их результаты.
Статья поступила 30.03. 2016 г.
ISSN 2411-8745
Number 1 (2016), 151 - 168
ҚазХҚжӘТУ ХАБАРШЫСЫ
«ФИЛОЛОГИЯ ҒЫЛЫМДАРЫ» сериясы
169
UDC 81.134.2
eLeMenToS gRoTeScoS, pARÓDIco
S Y hUMoRÍSTIcoS en LA oBRA De SADe
carlos ginés orta,
PhD Doctor,
Universidad Kazakh Ablai khan, Almaty, Kazakhstan,
carlos@firewalktheatre.com
Keywords:
grotesque, parody, transgression, subversion.
Abstract.
The works of Sade should be read from the point of view of the laughter.
In Sade there are a lot of traditional elements of humour, transgression and parody in a
terrifying world of crimes, sex, human destruction and rapes. It is obviously a literature
within the grotesque aesthetic and therefore within the realm of laughter.
Uno de los rasgos principales del grotesco es la transgresión. Por
eso, a lo largo de la historia el grotesco se ha enfrentado al dogma como
elemento subversivo y transgresor que se opone a la estética o a la moral
predominantes. El grotesco para ello exagera, deforma, satiriza, inventa y
consigue humor, pero para que el humor sea efectivo debe ser comprendido.
En la obra del marqués de Sade hay humor, es una obra que presenta
constantes elementos grotescos, paródicos y humorísticos pero que no todos
los lectores entienden, aprecian o aceptan. Nosotros defendemos una lectura
de su obra desde el humor, de lo contrario creemos que es mejor no leerle
porque no se le va a entender, va a resultar monótono, repulsivo y violento.
Se comprende perfectamente que no todos los lectores sean capaces de
apreciar o entender ese tipo humor, que no les parezca en absoluto divertida
la muerte trágica y cruel de un niño, ni la descripción de una violación,
ni los múltiples asesinatos que aparecen en sus páginas. ¿En qué punto lo
horroroso es inaceptable como forma de producir humor pervertido, humor
negro y macabro, humor transgresor? ¿Hay un límite en la transgresión?
Hay una frontera? Claramente esto depende de las circunstancias personales,
temporales y culturales del lector. Y así, si Sade era inaceptable en su tiempo
para la gran mayoría, actualmente se podría encontrar un gran número de
lectores y lectoras que podrían reír con sus barbaridades y perversiones,
porque la visión del mundo del siglo XXI no coincide con la del mundo en
la época de Sade. Nos aterra actualmente más un telediario de noticias que
toda la obra de Sade.
Nos recuerda Bataille que son siempre los civilizados quienes hablan (y
quienes escriben la historia). Los civilizados somos nosotros, los bárbaros
y los salvajes son siempre los otros. Bataille pone este ejemplo del relato
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ИзвестИя КазУМОиМя
серия «ФИЛОЛОГИЧесКИе НАУКИ»
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de un verdugo: “Me lancé sobre él insultándolo, y como, con las manos
atadas a la espalda no podía contestar, aplasté con todas mis fuerzas mis
puños sobre su cara; cayó, mis talones acabaron el trabajo; asqueado escupí
sobre su cara tumefacta. No puede impedir soltar una carcajada: ¡acababa
de insultar a un muerto!” [1, p. 193].
No es creíble que un verdugo escriba esta versión. Bataille explica la
razón: “Por regla general, el verdugo no emplea el lenguaje de la violencia
que ejerce en nombre de un poder establecido, sino el del poder que
aparentemente lo excusa, lo justifica y le da una razón de ser decorosa. El
violento tiende a callar y se aviene al engaño. Por su parte, el espíritu del
engaño es la puerta abierta a la violencia” [1, p. 194].
Podemos encontrar pues el detalle que nos diferencia un texto perverso
de otro que lo pretende pero que esconde parodia, sátira o humor, y repetimos,
desde nuestra óptica personal, temporal y cultural lo interpretamos de un
modo u otro.
A Sade no se le puede tomar en serio: “Nada sería más inútil que tomar
a Sade al pie de la letra, en serio” [2, p. 88]; su propia vida estuvo llena de
contradicciones y ambigüedades. Fue un libertino, como muchos nobles
de su época, y se aprovechó de su linaje y de su posición para ello, pero no
fue un asesino y era además contrario a la pena de muerte, sin embargo en
sus novelas no deja de asesinar cruelmente. Sade no sabe si es monárquico,
republicano o demócrata, insta a los franceses a un último esfuerzo para ser
republicanos y luego lamenta la ausencia del rey en el poder, defiende las
libertades de los individuos pero sus libertinos sólo conocen el egoísmo, él
mismo se comporta en muchas ocasiones como un auténtico terrateniente
feudal que odia a los jacobinos, aunque consiguió cierto poder con ellos,
y confiesa con tristeza que el espectáculo de ver guillotinar a casi dos mil
personas desde su celda en la prisión de Picpus, le ha hecho cien veces más
daño del que le han hecho todas las Bastillas imaginables. Sade proclama
la igualdad pero pide a las autoridades locales en dos cartas que se respeten
sus propiedades del castillo de La Coste, etc.
Y para comprender un poco mejor su obra hay que recordar un
importante dato biográfico: Sade pasó gran parte de su vida encerrado en
una celda (veintisiete años), y bajo tres regímenes diferentes. Está claro que
era un inadaptado.
Lo cierto es que los críticos más famosos que se han interesado por la
obra de Sade (Beauvoir, Blanchot, Barthes, Klossowski, Foucault, Bataille,
Paulhan) encuentran elementos humorísticos en su obra y lo innegable es
que Sade tiene sentido del humor: “Sean cuales fueran los horribles excesos
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que no dejaron de obsesionarle a lo largo de toda su vida, y de los cuales,
sus libros son el cruel testimonio, Sade era capaz de reír” [3, p. 171]. Pese a
esta aseveración, Bataille considera su literatura inadmisible.
Dice Blanchot que Sade es excesivo, todo en él se da siempre en infinita
cantidad (ése es un rasgo del grotesco), y que su humor es extraño: “Hay en
Sade un moralista de la más pura tradición y le resultaría cómodo reunir una
selección de máximas junto a las cuales las de La Rochefoucauld parecerían
endebles e inseguras. Se le reprocha que escribe mal, y en efecto, a veces
escribe a la ligera y con una prolijidad que fatiga; pero también es capaz
de un humor extraño, su estilo afecta a una helada jovialidad, una suerte
de inocencia fría en los excesos, que se puede preferir a toda la ironía de
Voltaire, y que no se encuentra en ningún otro escritor francés” [4, p. 53].
También André Breton en
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