ҚазХҚжӘТУ
ХАБАРШЫСЫ
«ФИЛОЛОГИЯ ҒЫЛЫМДАРЫ» сериясы
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es cruel” [2, p. 153]. Otro punto concordante en ambas literaturas es la
borrachera y la vomitina posterior por ingerir tanto alcohol.
Finalizamos con otros elementos grotescos en Sade, como el travestismo,
que se da en algunas pocas ocasiones, o la cosificación, que es constante
en las víctimas. Las víctimas sadianas son marionetas puestas allí para ser
violadas y asesinadas, no son seres humanos auténticos, no escuchamos sus
quejas, sus miedos, sus pensamientos. Callan, sufren y desaparecen para dar
paso a otra escena idéntica con otros personajes similares y estáticos. Nunca
disponen de un discurso elaborado, lo que objetan parece pura retórica, algo
vacío y mecánico. Al igual que el espacio en Sade es irreal y no existe en
el tiempo, las víctimas parecen no existir, están congeladas [6, p. 70]. En
este sentido, la falta de una visión desde el punto de vista de la víctima
en Sade es similar al formato del cómic moderno, que también bebe de la
tradición popular: se pasa de una cosa a otra como si nada, sin explicación,
sin intérvalo, y en la siguiente viñeta ya no se nos recuerda el dolor, sangre,
destrucción o humillación anteriores. Parece como si nada hubiera ocurrido.
Esta forma de presentar las escenas restan todo tipo de credibilidad.
En cuanto a la animalización, recordamos una escena hilarante y
grotesca en la que se presenta una orgía con participación de animales que
ha preparado la princesa Borghèse: “Esta maldita Borghèse tenía todos los
gustos, todas las fantasías posibles. Un eunuco, un hermafrodita, un enano,
una mujer de ochenta años, un pavo, un mono, un enorme dogo, una cabra
y un niño de cuatro años, bisnieto de la vieja, fueron los objetos de lujuria
que nos presentaron las alcahuetas de la princesa”. Cuando Juliette ve este
circo, ella que ha participado en cientos de orgías y cientos de ejecuciones
exclama: “Oh!, ¡gran Dios! – exclamé viendo todo esto, ¡qué depravación!”.
Y el perro, que se llama señor Lucifer, se le acerca y se revuelve bajo sus
faldas, dando comienzo así la orgía. Este grupo orgiástico es digno de un
circo cómico.
Concluimos recordando la cercanía de Sade con la novela gótica, la cual
tiene, como la picaresca española y como Rabelais, grandes conexiones y
vínculos con la tradición popular oral (piénsese en la tradición del cuento y
los relatos de terror narrados al calor de la hoguera en las largas noches de
invierno). Sade es contemporáneo de los autores de novela gótica, la cual
conoce. Su obra es posterior a la de Walpole o Radcliffe pero la segunda
versión de Justine (1791) aparece cinco años antes que
El monje
de Lewis.
Sade leería esa novela y expresaría su admiración por ella (como Luis
Buñuel posteriormente). El marqués de Sade tiene mucho en común con
la novela gótica, su obra sería un embrión extraño de la misma. Comparte
ISSN 2411-8745
Number 1 (2016), 169 - 179
ИзвестИя КазУМОиМя
серия «ФИЛОЛОГИЧесКИе НАУКИ»
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la estética de mazmorras, lugares aislados, castillos, conventos y sótanos.
Por eso, y con lógica, algunos críticos (Praz, Argullol) lo incluyen entre
quienes influyeran en los románticos. Aparte de estos elementos estéticos,
Sade comparte con la novela gótica algunos personajes, como son el monje
lascivo, la joven virtuosa y sumisa, el noble corrupto y déspota o la cruel
abadesa. Pero sorprendentemente, y a diferencia de la novela gótica, en
Sade no hay erotismo, el sexo se produce sin preámbulos. Todos estos
autores tienen en común su intención de asustarnos, de inquietarnos. La
novela gótica y Sade quieren crear un ambiente de terror.
En definitiva defendemos una lectura de Sade en clave de humor, eso sí,
un humor especial no apto para todos. Como acabamos de decir, entendemos
que no todo el mundo se ría con Sade, pero en Sade hay constantes
elementos paródicos, humor negro, múltiples elementos grotescos, sutil
ironía y una relación ErosTánatos muy particular. Los elementos grotescos
de Sade son la exageración, un fino humor negro que acaba en crimen,
personajes pasivos como muñecos, cosificación, animalización, pero sobre
todo transgresión. Sade quiere gritar y que se le oiga, quiere escandalizar, es
un gran provocador y le encanta transgredir.
Debido a su larga estancia en prisión, su literatura puede considerarse
también como una catarsis, una liberación personal y un golpe contra la
humanidad, que él mismo se encarga de violar, torturar y asesinar en la
ficción. Hay transgresión no solamente en su discurso sexual, sino también
transgresión política, estética y social.
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